A un año de #Quédateencasa / One year of #StayAtHome

Hace 365 días, la idea de no poder salir a la calle sin protección parecía una imagen arrebatada de una película de ciencia ficción. Imaginarnos hospitales que ya no podían aceptar pacientes por falta de espacio, ver gente con cubrebocas en las calles formadas para entrar a una tienda, toparse con comercios quebrados por falta de ingreso, tener que pasar por un proceso de desinfección antes de regresar a casa, era sacado de una novela postapocalíptica, donde apenas unos cuantos lograban sobrevivir, y nos intrigaba la idea de adentrarnos en ese mundo, pues era una realidad distinta a la que vivíamos. Hace poco más de un año, pensábamos que el 2020 sería un lapso en el que podríamos vivir y cumplir nuestras metas; al contrario, fue un período donde tuvimos que aprender a sobrevivir.

 

          Las primeras investigaciones arrojaron que la pandemia COVID-19 tuvo sus inicios en China a finales del 2019 (aunque ahora se reporta que ya existía este virus en Europa antes de la cuarentena en Wuhan), y en ese entonces, en el occidente, creíamos que era algo que se quedaría de “ese lado del mundo”, haciéndonos indiferentes ante los videos filtrados de Wuhan donde veíamos una cuarentena impuesta por el gobierno con la intención de salvar la mayor cantidad de vidas posibles. Pero poco a poco, fuimos rompiendo esas barreras impuestas, hasta que el COVID-19 nos alcanzó. Llegó Año Nuevo y, mientras nosotros celebrábamos (inocentemente sin saber que pasarían de entre dos a tres años después para poder celebrar las fiestas de la misma manera), nuestros hermanos de Asia fueron los primeros en enfrentarse a esta crisis que el mundo entero terminó por encarar.

 

              Llegaron enero y febrero, meses en los que escuchábamos noticias de la cantidad de hospitalizados y muertes en Italia, Alemania, España, etc. La situación se sentía más crítica, pero teníamos una fe ciega en que “el mexicano era más resistente”; estábamos muy equivocados. En este punto, aún se veía esta nueva enfermedad como “una gripita” de la cual un paracetamol nos curaría. Ya empezábamos a ver más videos sobre gente confinada en sus departamentos sin poder salir, y nunca creímos que llegaríamos a tales instancias. Todavía salíamos de fiesta, indiferentes ante el sufrimiento del resto del mundo, creyendo que podríamos ser felices hasta que el destino nos atrapara, y lo hizo el 27 de febrero cuando, oficialmente, la pandemia llegó a México al registrar el primer caso.

 

México declaró una cuarentena “voluntaria” con el slogan #Quédateencasa. Esta indicación intentaba pausar al país por sólo “dos semanas”, iniciando el 23 de marzo. La noticia se dio a conocer dos semanas antes, lo que nos daba todavía tiempo para seguir disfrutando de lo serían nuestros últimos “quince días de vida normal”. Sin embargo, el 15 de marzo, una semana antes de dar inicio al programa “Quédate en Casa”, las universidades decidieron suspender inmediatamente las clases presenciales para evitar contagios dentro de los centros educativos. La cuarentena universitaria inició entonces desde el 16 de marzo, una semana antes de lo planeado, y México, al contar con cerca de 5 millones de estudiantes de licenciatura, empezó a paralizar actividades.  Fue así que, sin previo aviso y sin la oportunidad de despedirnos de nuestros amigos, de un domingo para lunes, inició la pandemia. Estimaciones iniciales indicaron que serían sólo 15 semanas de esta cuarentena, vamos 365 días y apenas se vislumbra la luz al final del túnel.

              Debido a la gran brecha existente entre los sectores socioeconómicos, ha sido muy fácil que México se polarizada en distintos bandos, por lo que la culpabilidad era rebotada entre estos sectores. Buena parte de México culpaba a los «fifís» por ser quienes viajaron al extranjero y trajeron al virus, otro sector estaba incrédulo ante la pandemia, pensando que eran “inventos del gobierno” para mantener cierto control sobre nosotros; y otro tanto estaba tomando ya sus medidas de sanidad.  Aunado a ello, los mensajes del gobierno eran un tanto ambiguos, ya que las recomendaciones hechas por diferentes sectores e instituciones variaban respecto a la gravedad de la pandemia o recomendaciones de salud a seguir. Por razones como estas y más, el mensaje sobre cómo actuar ante la contingencia llegaba a la población roto, perdido, o en el peor de los casos, malentendido. En lugar de escuchar información veraz, comprensible y funcional, se recibían mensajes confusos, debilitados, incomprensibles y de división nacional, cuando aquello que era necesario era la unión del país. Divide y vencerás, ¿por qué se optó por dividir a México? Desde desinformación por parte de los medios hasta teorías conspirativas que manipulaban a la gente, llegando al grado de hacer una manifestación porque Bill Gates había enviado al COVID-19 para controlar la sobrepoblación, todo marcó la poca empatía que el pueblo mexicano puede llegar a demostrar para con los suyos, dejando en claro que uno de los aspectos que más rezagan el progreso mexicano es la educación, así como la importancia de minimizar el resentimiento social al atacar la desigualdad económica del país. Podemos decir que el COVID-19 visibilizó la brecha de oportunidades que enfrenta más del 50 % de la población que vive en la pobreza. 

 

              Quizá otros países tuvieron más y más prácticos recursos para mudar sus modelos presenciales a digitales, pero en México se realizó un esfuerzo abismal para poder adaptar el modelo económico y social a un ambiente “seguro” dentro de casa. México es un país en vías de desarrollo, con una brecha muy amplia entre los sectores socioeconómicos; es por esto que, mientras había personas en cuarentena dentro de sus departamentos con internet, consolas de videojuegos, personal de servicio, piscinas, etc. había otro porcentaje de la población que no gozaba con esos beneficios y tenía que salir a sobrevivir a las calles, pues vivían «al día». Una vez más, el país se dividía, ahora que la gente acomodada podía mantener tranquilamente una cuarentena dentro de sus casas, se culpaba al sector en calidad de pobreza del país por ser quienes “no respetaban las medidas” y “salían de sus casas a contagiarse”. Cada uno, desde sus oportunidades, tuvo que ingeniar una forma de conseguir recursos…

 

    ¿Quieres saber más? La siguiente semana saldrá la continuación de esta crónica sobre México tras un año de pandemia. ¡Espérala!

 

One year of #StayatHome

365 days ago, the idea of ​​not being able to go outside without protection seemed like an image stolen from a science fiction movie. Imagining hospitals that could no longer accept patients due to lack of beds, people with masks in the streets lined up to enter a store, businesses that were broken due to low income, disinfection processes before returning home, everything was taken from a post-apocalyptic novel, where only a few managed to survive. We were intrigued by such an idea because it was a different reality from the world we were living in. A little over a year ago, we thought that 2020 would be a period in which we could live and achieve our goals; on the contrary, it was a period where we had to learn to survive.

 

          The first investigations showed that the COVID-19 pandemic had its beginnings in China at the end of 2019 (although now, it is reported that this virus already existed in Europe before Wuhan’s quarantine). At that time, in the West, we believed that it was something that would stay on “that side of the world”. Said thought made us indifferent to videos leaking from Wuhan where a quarantine was imposed by the government with the intention of saving as many lives as possible. But little by little, we were breaking down those self-imposed excuses, until COVID-19 reached us. The New Year arrived and, while we were partying (innocently not knowing that it would take up to two or three years to celebrate the holidays in the same way), our brothers from Asia were the first to face this crisis that the whole world ended up struggling with. 

 

          January and February arrived, months in which we heard news of increasing hospitalizations and deaths in Italy, Germany, Spain, etc. The situation felt more critical, but we trusted that “the Mexican was more resistant”; we were very wrong. At this point, this new disease was still seen as “a little flu” from which paracetamol would cure us away. We were already starting to see more videos about people confined in their departments without being able to leave, and we never believed that we would reach such instances. We were still partying, indifferent to the suffering of the rest of the world, believing that we could be happy until fate catched us. And it did so on February 27th when, officially, the pandemic arrived in Mexico when the first case was registered.

 

Mexico declared a “voluntary” quarantine with the slogan #Quédateencasa. This measure tried to pause the country for only “two weeks”, beginning on March 23rd. This instruction was released two weeks prior to the date, which gave us some time to continue enjoying what would be our last “fifteen days of normal life.” However, on March 15th, a week before starting the “Stay at Home” program, universities decided to immediately stop face-to-face classes to avoid contagion within schools. Then, the university quarantine began on March 16th, a week earlier than planned; and Mexico, having about 5 million undergraduate students, began to paralyze activities. It was thus that, without prior notice nor the opportunity to say goodbye to our friends, overnight, the pandemic began. Initial estimates indicated that it would be only 15 weeks of this quarantine; we have already gone through 365 days and the light is barely glimpsed at the end of the tunnel.

          Due to the large gap between socioeconomic sectors, it has been very easy for Mexico to become polarized on different sides, so that the guilt was rebounded between these sectors. A good part of Mexico blamed the «fifís» for being the ones who traveled abroad and brought the virus, another sector was incredulous about the pandemic, thinking that they were “government set ups” to maintain a certain control over us; while others were taking their health measures. In addition to this, the government’s messages were somewhat ambiguous, since the recommendations made by different institutions constantly changed the severity of the pandemic or the health recommendations to follow. For reasons like these and more, the message regarding how to act was broken, lost, or in the worst case, misunderstood by the population. Instead of listening to truthful, understandable and functional information, messages were confused, weakened, incomprehensible and generated national division, when what was necessary was the union of the country. Divide and conquer, why did Mexico choose to divide itself? From misinformation by the media to conspiracy theories that manipulated people, reaching the point of making a protest because Bill Gates had sent COVID-19 to control overpopulation, all marked the little empathy that the Mexican people can show for their own. This made clear that one of the aspects that lags the most in Mexican progress is education, as well as the importance of minimizing social resentment by attacking the country’s economic inequality. We can say that COVID-19 made this gap visible since more than 50% of the population live in poverty and their struggle became evident to most people.

 

         Other countries may have had more and more practical resources to change their face-to-face models to online processes, but in Mexico, an abysmal effort was made to be able to adapt the economic and social model to a “safe” environment at home. Mexico is a developing country, with a very wide gap between socioeconomic sectors. This is why, while there were people quarantined within their departments with internet, video game consoles, service personnel, swimming pools, etc., there was another percentage of the population that did not enjoy these benefits and had to go out to the streets in order to survive, since they lived «al día».  Once again, the country was divided; now that the wealthy people could safely maintain a quarantine inside their homes, the blamed sector was the country’s “poo” people for being those who “did not respect the measures” and “left their homes to catch the virus”. Each one, from their opportunities, had to devise a way to get resources…

Do you want to know more? The following week, the second part of this chronicle about Mexico after a year of pandemic will come out. Wait for it!

 

Autor / Author: Victor Castañeda

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