sismos en mexico

Sismos de México / Earthquakes in Mexico

México se encuentra en una zona sísmica, pues tres placas tectónicas colisionan en la costa del Pacífico. En más de una ocasión nos hemos visto en estado de emergencia debido a esto. Miles de personas han perdido la vida. Uno de los terremotos más importantes sucedió el 19 de septiembre de 1985. Desde ahí, cada año se conmemora este hecho, haciendo un simulacro nacional. Curiosamente, exactamente 32 años después, otro sismo azotó al país… nuevamente un 19 de septiembre, ahora del año 2017.

 

El año de 1985 era recordado, por mayores de 30 años, como un momento parteaguas en la cultura mexicana; sin embargo, las nuevas generaciones lo veían como un hecho histórico ya muy lejano. Fue a causa del 2017 que estas nuevas generaciones vivieron en carne viva lo que sus papás o abuelos habían experimentado 32 años atrás, e igual que ellos, se comportaron a la altura. 

Se caminaba por la calle mientras edificios caían a los costados, gritos de hombres y mujeres buscando a sus familiares, o de niños llorando sin saber qué había sido de sus padres. Como si hubiera sucedido una erupción volcánica, la calle estaba repleta de polvo y ceniza. El horizonte no se vislumbraba claro, sino borroso por el gas que se filtraba y era un riesgo latente. El sonido del tráfico fue sustituido por sirenas que no dejaban de sonar ni ya entrada la noche. Podíamos haber elegido velar sólo por nosotros y por nuestras familias, pero elegimos volvernos uno con todos: un solo pueblo.

 

Ya no era “mi teléfono” sino “nuestro teléfono”. No era “mi coche” sino “nuestro coche”… ya no era “mi familia” sino “nuestra familia”. Todo lo que podíamos compartir era para todos. Las casas sacaban extensiones para compartir su electricidad y que la gente pudiera cargar sus celulares, compartían la red de internet. Si un desconocido llegaba a tu coche a pedir que lo llevaras a cierto hospital, sin dudarlo, arrancabas para ayudarlo y que pudiera ver a su familia, que en ese instante se sentía como la propia. 

 

Ya no se iba sólo por la calle, había cadenas de gente que veían un edificio caído y no dudaban en levantar escombros para intentar sacar a alguien que no conocíamos por nombre, pero en ese instante era nuestro hermano. Nos echábamos la mano aún sin saber quién era, pero éramos sólo uno. Aunque fueran cinco horas para rescatar a alguien, cada vida, aunque fuera una, ya era motivo de emoción nacional. 

Quienes no podían hacer labor física, no dudaban en empezar a hacer despensas o preparar alimentos. Los vendedores ambulantes regalaban sus productos a la gente que ayudaba en ese instante. Así donaras una botella de agua, cada acción sumaba un granito de arena. Nacionales y extranjeros dejaban de tener la barrera del idioma o de la nacionalidad, todo era con la misma meta: hacer llegar la ayuda. Nuestras profesoras, Ana y Gisel (voluntariado), junto con un grupo de estudiantes diplomáticos, fueron muestra de esto. En ese instante, los títulos y roles no importaron, pues juntos fueron voluntarios para armar despensas y hacerlas llegar a los damnificados. Una vez más, demostrando aquello que nos caracteriza como mexicanos: solidaridad. 

 

Podría parecer que esta generación se había vuelto indiferente, indolente e inmersa en sus celulares y redes sociales; pero en ese momento no había prejuicios, todos éramos uno y aquellos que no se despegaban de las redes sociales, las estaban usando ahora para ayudar. Todos estábamos luchando contra un solo enemigo. La tormenta había llegado a México y la enfrentamos. Todos nos pusimos la misma camiseta: la playera de México.

 

Mexico is located in a highly seismic area since three tectonic plates collide in the Pacific Coast. On more than one occasion, we have been in state of emergency due to this. Thousands of lives have been lost. One of the most relevant earthquakes took place on September 19th 1985. Ever since, each year we remember it by having a national earthquake drill. Curiously enough, exactly 32 years after (to the day), another earthquake hit the nation… one more time on September 19th, now in 2017.

The year 1985 was remembered, by people older than 30 years old, as a watershed in Mexican culture. However, new generations saw it as an old historical event. It wasn’t until 2017 that these new generations lived, in their own flesh, what their parents and grandparents had faced 32 years earlier. And, like them, they took up the challenge. 

 

You were walking down the streets while buildings were falling apart right next to you. Screams of women and men looking for their families, or children shouting not knowing where the parents were, surrounded the city. As if a volcanic eruption had taken place, streets were taken by dust and ashes. The horizon wasn’t clear, it was blurry due to the natural gas that was leaking from the pipes, and represented an imminent danger. The sound of traffic was substituted by sirens all over the city that did not stop, not even during the night. We could have chosen to look individually after ourselves and our families only, but we chose to become one with everyone: one people. 

 

“My phone” was no longer my phone, but “our phone”. It wasn’t “my car” anymore, but “our car”; it wasn’t “my family” but “our family”. Anything we could share, was for everyone. Houses would put extension cords in the street so people could charge their phones, or share WIFI. If a stranger arrived asking for a lift to the hospital, without hesitation, you would start up the engine so you could help him see his family, that during that precise moment, felt like your own too. 

 

You were not alone in the street, there were human chains that would start picking up the wreckage of a building and tried to rescue someone they did not know by name, but had become a brother for that instant. We would give each other a hand, even when we did not know who he or she was, but we had become one. Even if it took five hours to rescue someone, each life, even if it was just one, was a reason for national joy. 

 

Those who couldn’t do physical labor, had no doubt to start recollecting food provisions or preparing sandwiches. Street vendors would give their products away to those who were helping with the rescue labors. Even if it was just one water bottle, each action “sumaba un granito de arena”. Nationals or foreigners put aside the language or nationality barriers, all with one single goal: to reach those in need. Our teachers, Ana and Gisel (volunteered), along with a group of diplomat students, are the living proof of this. At that moment, degrees and roles did not matter, for they became volunteers, all together, to put up food supplies and deliver them to those who were in need. Once more, portraying what makes us mexicans: solidarity.

 

 

It seemed that this generation was indifferent, indolent and immersed in their cellphones and social networks; but at that moment prejudice didn’t exist, we were all one and those who stayed stuck in social networks, were using them to help. We were all fighting against one single enemy. The storm had arrived to Mexico, and we took a stand. We all wore the same jersey: Mexico’s jersey.

 

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